miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿SEGÚN LOS DATOS BÍBLICOS, EN QUÉ FECHA NACIÓ EL SEÑOR JESUCRISTO?


De la Clase de Abías. Lc 1.5
Asombra que un registro bíblico tan sencillo y  desapercibido tenga una connotación de tanta importancia teológica, doctrinal y devocional, como es el hecho de que, a partir de esa corta frase, sea posible trazar en la Escritura el camino que establece, nada mas y nada menos que… ¡La fecha natal del Señor Jesucristo!  Es evidente que los intentos para determinar el día, mes y año del nacimiento de Jesús han resultado infructuosos.  La razón de este fracaso se debe a que las propuestas, afirmaciones e imposiciones hechas acerca de la fecha de nacimiento de la Persona más importante en la historia del Universo, han estado siempre relacionadas al sistema religioso mundano y pagano en que vivimos, y en pocas, o quizás ninguna oportunidad, se intentaron utilizando los recursos del único instrumento que Dios nos ha dado para que entendamos lo que Él quiere que entendamos, esto es: Su Palabra; la cual, como veremos, incluye el registro de la fecha del nacimiento de Su Hijo. ¿Y por qué algo tan sencillo como indagar en las Escrituras la fecha del nacimiento de Cristo no ha sido propuesta hasta el presente?  ¿Es que acaso alguna energía de invisible poder aleja al hombre de su única fuente de verdad?  La respuesta es que todos los intentos por determinar la fecha de nacimiento de Jesús fueron siempre auspiciados y dirigidos en las altas esferas del paganismo religioso.  Si alguna respuesta provechosa, fiel y exacta hemos de hallar en un asunto de tanta importancia, solamente la hallaremos en los registros de las Sagradas Escrituras.  En primer lugar, tenemos que reconocer que hasta hoy, ni Israel ni la Iglesia obedecen fielmente al calendario bíblico ordenado por Dios.  Y es evidente que existe un especial interés por parte del príncipe del mundo en este asunto, toda vez que una gran confusión y un error tan grande se manifiesta sobre un asunto que puede resolverse mediante apreciaciones bíblicas relativamente sencillas.  Esto no puede provenir sino de parte del Confundidor, para que ni Israel ni la Iglesia obedezca los claros mandamientos que Dios da en Su Palabra.  Con el propósito de poner fin a la polémica mediante la autoridad de la Palabra de Dios,  el trazado bíblico que expondremos a continuación, determinará sin lugar a dudas la fecha del nacimiento del Señor Jesús.

Dividiremos este estudio  en tres consideraciones básicas:

1. Lo que según la Escritura no pudo suceder: Ya de entrada diremos que, el estudio detenido de ciertos pasajes del registro del nacimiento de Jesús, nos llevará a la conclusión de que el Mesías jamás pudo haber nacido en invierno.  El relato del Evangelio según Lucas (2:1-21) declara que en las cercanías de Bet-léhem habían pastores los cuales velaban y guardaban a sus rebaños durante las vigilias de la noche. Por el trasfondo histórico, se sabe que los rebaños de aquella región eran llevados mas tarde al templo en Jerusalén, para cumplir con las leyes de sacrificios. Los corderos de Bet-léhem eran famosos por ser los únicos sin manchas ni defectos, y estos pastores sabían muy bien que su misión no era simplemente cuidar ovejas.  Ellos estaban conscientes de que servían de esa manera al Dios de Israel, cuidando unos pequeños animales que tipificaban al Cordero de Dios que habría de quitar el pecado del mundo.  Estos humildes pastores eran judíos creyentes, y aquella noche, cuando estaban en el campo guardando los rebaños, vieron la aparición de un ángel que les daba las buenas noticias de que en ese día había nacido el tan esperado Mesías: "No temáis, porque he aquí os anuncio buenas nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo: Que hoy os nació en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías Señor".  Más tarde, celebrándolo con ellos, apareció “una multitud de las huestes celestiales que alababan a Dios y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, entre los hombres de su elección”   Lc. 2:8-14. 
Tales acontecimientos no pudieron pasar jamás a finales del mes de diciembre.  ¿Por qué? Simplemente porque por ser sumamente fríos, los pastores jamás sacaban (ni sacan) sus rebaños fuera de sus cuadras durante los meses invernales.  De esta forma, el  primer hecho cierto que determinan las Sagradas Escrituras es que el Señor no pudo haber nacido en invierno. 

2. Lo que según la Escritura, pudo suceder: Otro punto para establecer la fecha del nacimiento de Jesús el Mesías, es establecer el tiempo en que Elizabet quedo embarazada, pues la Escritura nos da precisa información de que Juan era seis meses mayor que Jesús (Lc.1:26; 36).  Para ubicar esta fecha, detengámonos en el relato de Lucas 1:5, específicamente en la frase del grupo de Abías.  El sacerdote Zacarías se encontraba ministrando en el Templo, cuando se le apareció  un ángel del Señor, anunciándole el nacimiento de su hijo;  y relacionándolo con el profeta Elías (Lc. 1:17), cuyo advenimiento (Mal. 4:5) según la tradición judía, tenía que ser en la Pascua, celebración que se hacia el 14 de Abib (Nisán) el primer mes del año lunar hebreo.  Mas tarde, el mismo Jesús se habría de referir a Juan como Elías (Mt. 11:14).  Ahora bien, unos mil años antes de estos acontecimientos el rey David había establecido 24 órdenes sacerdotales para ministrar en el Templo.  La clase (o grupo) sacerdotal al cual pertenecía Zacarías había caído en la octava suerte (1Cr. 24.10), y así, le tocaba servir durante el cuarto mes del año lunar.  Es previsible inferir entonces que, tan pronto como Zacarías regresó a su hogar, Elisabet quedara embarazada.  Esto debió haber sucedido a mediados del mes de Tammuz, que corresponde a Junio-Julio.  Nueve meses más tarde, a mediados del mes de Nisán del siguiente año, es decir, durante la Pascua hebrea, nació su hijo, y seis meses después, nació, Jesús, El Salvador del mundo.  En el mismo evangelio según Lucas se nos informa la fecha en que la virgen Miriam se halló encinta: Después de estos días, su mujer Elisabet concibió: y se mantenía en reclusión cinco meses… al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, cuyo  nombre era Nazaret, a ver una virgen…y el nombre de la virgen era Miriam.  Después de anunciarle que quedaría encinta, el angel Gabriel añadió: Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido un hijo en su vejez; y para ella, la llamada estéril este es ciertamente  el sexto mes; pues de parte de Dios ninguna cosa será imposible (Lc. 1:36-37).  Es muy probable que la virgen quedara encinta en el momento mismo de aceptar la voluntad de Dios.  Fue entonces cuando la sombra del Omnipotente vino sobre aquella jovencita de la cual habría de nacer el Mesías.  Era el sexto mes de embarazo para Elisabet que corresponde a Tevet,  décimo mes del año lunar, es decir a Diciembre-Enero.  En ese tiempo Miriam fue a visitar a su parienta Elisabet, y se quedo con ella tres meses, hasta el nacimiento de Juan que, como hemos visto, corresponde a los meses de Marzo-Abril (Lc. 1:56).  Las 40 semanas del embarazo de Miriam se cumplieron a mediados de Tishrei, séptimo mes del calendario hebreo, que corresponde a Septiembre-Octubre. 

3. Lo que, según la Escritura, sucedió: Continuando la pesquisa, nuestra atención es para la fecha del año nuevo ordenado por Dios: 1ro de Abib (Nisàn) (Ex. 12:2), que corresponde a los meses Marzo-Abril del calendario gregoriano.  A pesar de ser un mandato tan claro y específico de Dios, con tristeza vemos que ni Israel ni la Iglesia han puesto la debida atención a este mandato, antes… han aprendido el camino de las naciones (Jer. 10:2).  Basta decir aquí que, para el Dios Único, el año comienza en la fecha antes mencionada.  A partir de allí, Él señaló las Solemnidades que Israel debían celebrar en sus tiempos durante el año, y que son: 
a) la Pascua (1Co. 5:7; 1P. 1:19), símbolo de Cristo, nuestro Redentor.  
b) los panes sin levadura (Hch. 20.7; 1 Co. 11.20-26), símbolo de la Cena Dominical.
c) las Primicias (1Co. 15:23), símbolo de Cristo en su resurrección.
d) los panes con levadura (Hch. 2:1.47), símbolo  de la Iglesia de Cristo.  
e) las Trompetas (1Co. 15:51-52; 1Ts 4:13-17)símbolo del arrebatamiento de la Iglesia de Cristo.  
f) día de Expiación (Mt. 24:27-31; Lc. 21:20-28), símbolo del Advenimiento.
g) Los Tabernáculos (tipo del reino milenario de Cristo en la tierra (Mr. 9:2-13; Ap. 20:4-6)

Una atención especial a esta última fiesta (Lev. 23:5-41), arroja suficiente luz sobre la fecha que tratamos de determinar: La solemnidad de los Tabernáculos, última de las celebraciones del año, pone fin a la serie de fiestas solemnes instauradas por Dios.  En su orden profético, esta fiesta corresponde a los acontecimientos que sucederán inmediatamente después del Advenimiento. Desde la instauración del Reino Milenario, hasta la creación de los nuevos cielos y tierra, es decir, durante mil años literales, la humanidad vivirá la gloriosa experiencia de ver a Dios… morando en Sión (Jl. 3:21).  Ahora bien, el Evangelio según Juan 1:14 dice textualmente: Y el Verbo se hizo carne, y tabernaculizó entre nosotros.  De donde la palabra griega eskénosen (traducida tradicionalmente habitó) es en realidad un verbo que literalmente significa asentar tabernáculo.  A su vez, dicho término griego es una traducción de la palabra hebrea sucot que se usa para definir tabernáculos o cabañas. Así, el verbo griego έσκήνωσεν, que usa el evangelista Juan, nos da una clave muy precisa para formular la siguiente pregunta:
¿Qué fecha podía escoger Dios, para que Su Hijo naciera en la tierra, sino en la fiesta de los Tabernáculos? ¿Cuál otra solemnidad podría ser más apropiada para  que el Verbo descendiera a tabernaculizar entre los hombres, sino en la solemnidad misma de los Tabernáculos?  Festividad ésta que se encuentra directamente relacionada con el hecho de que Dios llegaría a habitar en Sión. El registro del Evangelio según Mateo, en donde el Salvador recibe el nombre de Enmanuel que es en extremo significativo, porque uno de sus nombres es Jesús por el cual es llamado.  El otro Enmanuel, que significa Dios entre nosotros tuvo su cumplimiento con la prescencia de Jesús entre los hombres.  De allí las palabras del evangelista: el Verbo se hizo carne y tabernaculizó entre nosotros.  

¿Y cuál era la fecha de celebración de solemnidad de los Tabernáculos? 

Pues el 15 del mes séptimo… ¡exactamente seis meses después del día que había nacido Juan el Bautista!