jueves, 13 de junio de 2013

CULTOS PAGANOS

Uno de los ejemplos más sobresalientes de cómo el paganismo babilónico ha continuado hasta nuestros días, puede verse en la forma en que la Iglesia Romana inventó el culto a María, para reemplazar el antiguo culto a la diosa-madre de Babilonia.
Tal vez la prueba más significativa de que el culto a María no es otra cosa que la continuación del culto pagano a las diosas de diversos nombres , es que en la religión pagana la madre era adorada tanto como a su hijo o más.

Aquí hay una clave muy importante para ayudarnos a resolver el misterio contemporáneo de Babilonia. El verdadero cristianismo enseña que el Señor Jesús, y solamente El, es el Camino, la Verdad y la Vida, (Juan 14:6) que solamente El entre todas las criaturas de la tierra, ha podido vivir una vida sin mancha de pecado; y El es quien debe ser exaltado. Nunca su madre. Pero el catolicismo romano, demostrando la influencia del paganismo en su desarrollo, exalta a la madre también y en muchas formas, la madre es más honrada que el mismo Hijo.


Bien sabemos que muchos han de tratar de negar que la Iglesia Católica atribuye una posición divina a María. Pero al viajar alrededor del mundo, ya sea en una majestuosa catedral o una capilla provinciana, la estatua de María ocupa el puesto primordial. Al recitar las oraciones del rosario y del “Ave María” se repiten estas nueve veces más que el “Padrenuestro”. Se acepte o no el nombre de María es más importante en el catolicismo. En forma similar a la Babilonia del pasado la diosa-madre es glorificada hoy en día en la Babilonia del presente; solamente que se usa el nombre de María en vez de otros nombres bajo los cuales era conocida la diosa. Al católico se le enseña que la razón por la cual debe orar a María, es porque ella lleva las peticiones de sus adoradores a su hijo Jesús, y como es su madre, el contesta la oración para complacerla. Con esto se deduce que María tiene más compasión, más comprensión y más bondad que su hijo, que el Señor Jesús. Ciertamente tal suposición es una blasfemia y va completamente en contra de las enseñanzas de las Escrituras. Sin embargo, esta idea es frecuentemente repetida en los escritos católicos.


Un notable escritor católico romano, Alfonso Ligorio, escribió que las oraciones son más efectivas cuando se dedican a María, en vez de a Cristo. Y el hecho de que sus escritos lleven el sello de aprobación de la Iglesia Católica, es evidente, ya sea que fue canonizado como “santo” por el Papa Gregorio XIV en 1839, y fue declarado “doctor” de la Iglesia Católica por el papa Pío IX.
Alfonso Ligorio
E
Obviamente, la idea den una parte de sus escritos, Ligorio describe una escena imaginaria en la cual un pecador ve dos escaleras colgando del cielo, para demostrar cuanto más fácil y efectivo es el ir a Cristo a través de María. María esta a la cabeza de una escalera y Jesús en la otra. Cuando el pecador trata de subir por la de Jesús, ve la cara furiosa de El, y cae derrotado. ¡Pero cuando sube la escalera de María, lo hace rápida y fácilmente, y es bienvenido por ella, que lo introduce en el cielo y lo presenta a Cristo! Entonces todo va bien. 
Este mismo escritor católico dijo que el pecador que se aventura a ir directamente a Cristo, puede encontrarse con la presencia de su ira. Pero si va a orar a la “virgen”, ella sólo tendrá que mostrar a Jesucristo “los senos que le dieron de mamar”, y su furia se calmara inmediatamente.
Ciertamente tal idea va contra las Escrituras. El caso es que las Escrituras nos dan una ilustración que niega rotundamente esta aseveración: “Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos que mamaste”, dijo una mujer a Jesús; pero el le contesto diciendo: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (Lucas 11:27-28).
 que Jesús era persuadido a contestar una oración porque María le mostrase los pechos que mamó, es contraria a las Escrituras. Pero tal idea de los pechos no era extraña en los cultos de la diosa-madre pagana. Se han descubierto imágenes que muestran frecuentemente sus pechos desproporcionados con su cuerpo, de una manera extraña. O como en el caso de Diana ¡Para demostrar su “fertilidad”, se ilustra con unos 100 senos!


El catolicismo ha intentando aún de exaltar a María a una posición netamente divina con la nueva doctrina de la “inmaculada concepción”. Tal enseñanza no es otra cosa que un esfuerzo más para hacer a María semejante a la diosa del paganismo, pues en los viejos mitos, ¡La diosa también se creía que había nacido de concepción sobrenatural! Estas viejas fábulas variaban, pero todas hablaban de incidentes sobrenaturales en conexión con su entrada al mundo. Enseñaban que era superior a todo mortal ordinario, que era divina. Y así , poco a poco, era necesario enseñar que María también entro a este mundo de una manera sobrenatural, “para hacer que las enseñanzas acerca de ella concordaran con las del paganismo”.
Imagen de la Inmaculada Concepción de María
El elemento sobrenatural en las enseñanzas de la iglesia católica romana sobre María, es de que ella nació sin pecado original. Pero de este nacimiento no nos dicen nada las Escrituras. Acerca de María, la Biblia dice que fue una mujer virtuosa y temerosa de Dios, favorecida y escogida por Él, una virgen, pero tan humana como usted. Y  como humana, era miembro de la raza caída de Adán. Como las Escrituras declaran, “por cuantos todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios”. La única excepción de esto es nuestro Señor Jesucristo. Como todo el mundo, María necesitaba de un Salvador, y esto fue plenamente admitido por ella misma cuando dijo: “Y mi espíritu se alegro en Dios, mi salvador”. Obviamente si María necesitaba de un salvador, entonces no era salvadora. Si necesitaba de un salvador, ella necesitaba ser salva, recibir perdón, ser redimida como todos nosotros. En resumen, la divinidad de nuestro Señor no radica en el hecho de que su madre haya sido una persona exaltada o sobrehumana. No; al contrario, es divino porque El es el único hijo de Dios, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Su divinidad viene del Padre Celestial, no del carácter sobrehumano del instrumento que Dios usó para su entrada en el mundo.

Debemos comprender que fue Jesús quien nació de concepción sobrenatural, no su madre. 


Sin embargo, el romanismo adoptó del paganismo la idea de orar a la divina madre, de modo que tuvo que enseñar que María era una persona sobrenatural; de lo contrario, ¿Cómo podría ella escuchar las oraciones que le dirigen cada día los católicos de todo el mundo, recitando el ave María, el rosario, las letanías de la virgen bendita y otras mas? Multiplique el número de estas oraciones por el número de católicos que la recitan cada día. ¿Se ha imaginado que María tendría que escuchar 46,296 peticiones por segundo? Y esto es un cálculo conservador. Esta claro que nadie mas que Dios puede hacer esto. Sin embargo, los católicos creen que María escucha todas estas oraciones, y entonces, por necesidad, ¡tienen que exaltarla a una posición divina, sea bíblica o no!.

Tratando de justificar tan innecesaria exaltación de María, los lideres católicos han buscando algún fundamento bíblico para sostener esta creencia. Las palabras de Gabriel a María “bendita tu entre las mujeres” (Lucas 1:28) han sido frecuentemente referidas a este respecto. Seguramente que las palabras de Gabriel indican que María fue favorecida de Dios; pero no le hicieron una persona divina , simplemente porque fue “bendita entre las mujeres”, pues mil trescientos años antes fue pronunciada una bendición similar a Jael, mujer de Heber Cineo (Jueces 5:24). La Biblia, sencillamente, nos demuestra que María era “bendita entre las mujeres”, pero esto no significa que debemos adorarla, orar a ella, o hacerla una Diosa.



La idea de que María era superior a otros seres humanos, fue enfáticamente rechazada por el mismo Jesús. Un día, mientras predicaba: “… su madre y sus hermanos estaban fuera. Y le dijo uno: he aquí tu madre y tus hermanos están afuera, quieren hablarte. Y Jesús respondió al que esto le decía: “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre que esta en los cielos, ese es mi madre, y hermano y hermana””. (Mateo 12:46-50). Claramente podemos ver que si servimos al Señor, si hacemos su voluntad, estamos en la misma categoría espiritual que María. Ciertamente esta unidad en Cristo nos enseña igualdad a los ojos de Dios y rechaza la idea de que María fuese una persona sobrenatural.


Antes de pentecostés María estaba reunida con los discípulos esperando la promesa del Espíritu Santo. Leemos que los apóstoles “perseveraban unánimes en la oración con las mujeres y con María, la madre de Jesús y con sus hermanos” (Hechos 1:14). Ciertamente, las escrituras no dicen que los discípulos estaban orando a María; la ilustración que acompaña – tal como es vista en los catecismos católicos– intenta dar a María una posición central. Pero como sabe todo estudiante bíblico los discípulos en esa ocasión no estaban mirando a María; estaban buscando que el Cristo resucitado, quien había ascendido al cielo les enviase el don del Espíritu Santo

la influencia pagana en tales cuadros, aparece de un modo bien claro.
Nótese también que en el dibujo, no solamente están los discípulos mirando a María, sino que también el Espíritu Santo (en forma de paloma) se ve volando sobre ella. De acuerdo a las sagradas escrituras, la única persona sobre quien el Espíritu Santo descendió en esa forma fue sobre el mismo Jesús, no sobre su madre. Por otra parte, y aunque parezca increíble la diosa virgen pagana, bajo el nombre de Juno era frecuentemente representada con una paloma en su cabeza, como también lo eran Astarté, Cibeles e Isis.



Otro intento por glorificar a María – exaltarla a un plano que la escritura no le otorga – puede notarse en una doctrina católica, conocida como la perpetua virginidad de María. Esta enseña que María continuó virgen toda su vida. Pero tal doctrina no fue nunca enseñada por Cristo o por sus discípulos como le explica la enciclopedia británica, la doctrina de la perpetua virginidad de María no fue enseñada hasta cerca de 300 años del regreso de nuestro Señor al cielo. No fue sino hasta después del Concilios de Calcedonia, en el año 451, que esta infundada suposición fue aprobada oficialmente por Roma.
Al contrario de las enseñanzas católicas, la Biblia muestra claramente que María no continuó como virgen a través de toda su vida. La Biblia enseña que nuestro señor Jesucristo nació de la virgen María – concebido en virginidad y nacido sobrenaturalmente (Mateo 1:23) -. Enfáticamente creemos en el nacimiento virginal de Jesús. Pero después del nacimiento de Él, María dio a luz a otros hijos, los hijos naturales de su unión con José, su esposo.

En Mateo 1:25 leemos que Jesús fue el hijo “primogénito”. La Biblia no dice que María haya parido a un solo hijo, sino que nos dice que Jesús fue su primer hijo. El hecho de que Jesús fuera el primogénito, indica que después nacieron de María otros hijos. Siempre en el lenguaje lógico normal, un primero requiere un segundo.Pero fuera de esta línea de razonamiento, las escrituras no dejan lugar a dudas del hecho de que María tuvo otros hijos después del nacimiento de Jesús. Sus nombres son anotados en la Biblia, como sigue: “Jacobo, José, Simón y Judas” (Mateo.13:55). Además de estos hermanos, el versículo siguiente menciona a la hermanas de Jesús. Las gentes de Nazareth dijeron: “…¿y no están todas sus hermanas con nosotros? ” La palabra “hermanas” está en plural, de modo que sabemos que tuvo por lo menos dos hermanas. Pero si nos fijamos un poco más, veremos que el pasaje indica que Jesús no sólo tenía dos hermanas, sino que por lo menos tenía tres. Notemos que el versículo habla de “todas” ellas. Esto, definitivamente, implica que la expresión se refiere a tres o más hermanas. Si entonces añadimos tres y cuatro hermanas además de Jesús, resulta que María, tuvo ocho hijos.

El señor Jesús nació de María sobrenaturalmente, por nacimiento virginal, los otros siete hijos que ella tuvo, nacieron normalmente; fueron engendrados por su esposo José. Pero la actitud católica es que José conservó a María como virgen por le resto de su vida. Sin embargo, ella fue virgen según las Escrituras “solamente” hasta después del nacimiento de Jesús. José no conoció a María hasta después del nacimiento de Jesús. Pero más tarde, José y María tuvieron unión matrimonial y dieron a luz a varios hijos tal como lo enseñan las Escrituras. Estudiando lo que la Biblia enseña, nos damos cuenta de que la doctrina de la perpetua virginidad de María es completamente falsa.

para hacer más clara la identificación de María con la madre-diosa que las naciones venían adorando hacía cientos de años
Durante los días de apostasía, algunos exagerados admiradores de María comenzaron a enseñar que el cuerpo de María nunca sufrió corrupción, sino que ascendió a los cielos al igual que Jesucristo y que allí sentada hoy en día, como la “ Reina del cielo” para recibir culto y oraciones. No fue sino hasta este siglo que la doctrina de ascensión de María se proclamó oficialmente como una doctrina de la Iglesia Católica Romana.

Fue tan sólo en el año 1950 que el papa Pío XII declaró que el cuerpo de María no sufrió corrupción, sino que fue llevado al cielo. Obviamente, dicha doctrina de la ascensión de la virgen, no es parte de la doctrina del Nuevo Testamento.
He aquí las palabras de uno de sus admiradores san Bernardo, que favorecen la posición católica en este aspecto “ En el tercer día, después de la muerte de María, cuando los apóstoles se juntaron alrededor de su tumba, la encontraron vacía. El cuerpo sagrado había sido llevado al paraíso celestial.La tumba no tuvo poder sobre alguien inmaculado. Pero no fue suficiente que María haya sido recibida en el cielo; ella no era cualquier ciudadano ordinario; tenía aún mayor dignidad que el más alto de los arcángeles. María había de ser coronada reina del cielo por el Padre Eterno; ella había de tener un trono a la mano derecha de su hijo. Ahora, día tras día, hora tras hora, ella está orando por nosotros, obteniendo gracia para nosotros, preservándonos del peligro, protegiéndonos de la tentación, llenándonos de sus bendiciones”.

Bien puede decirse que el culto a María en su plenitud, está basada en esta creencia de que ella ascendió a los cielos. Pero la Biblia no dice nada en absoluto de tal “ascensión de María”. Al respecto, Juan 3:13 dice: “Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre, que está en el cielo, nuestro Señor Jesucristo”. El es quien está sentado a la diestra de Dios Padre. El es quien es nuestro mediador. El es quien nos llena de bendiciones, ¡no su madre!

La Biblia no dice nada de orar a una mujer, sea María ó cualquier otra. Este culto falso es repetidamente prohibido en la Biblia. Las verdadera oraciones deben ser dirigidas a nuestro Señor mismo. “Porque hay un Dios a si mismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1.° Tim. 2:5). La simple idea de “orar a María” como mediadora y “reina del cielo”, no es más que un paganismo disfrazado con el nombre de María.

el rosario: una invención pagana. 
Junto con las oraciones a “María” está el rosario, el cual, como hemos de ver, es igualmente origen pagano. Como un instrumento, el rosario es una cadena con quince series de pequeñas bolitas; cada serie está marcada por una bola más grande. Los bordes de la cadena se juntan con una medalla con la efigie de María. De está medalla cuelga una cadena corta al final con una cruz.

Los objetos en el rosario son para contar oraciones, las cuales son repetidas una tras otra. Tal instrumento – muy bien conocido – forma parte importante del culto católico.
Mucho antes de que existiera una Iglesia Católica, el rosario era usado comúnmente en casi toda la nación pagana.
Se encontró un medallón en Citium (Chipre) que había sido colonizado por los fenicios, el cual tiene un circulo de cuentas que se semejan al rosario. Este rosario fue usado en el culto a Astarté, la diosa-madre , cerca de 800 años antes de Cristo. Este mismo “rosario” se puede ver en muchas de las monedas encontradas que se usaban en Fenicia.
Los bramas han usado desde hace mucho tiempo rosarios con cientos de canicas. Los adoradores de Vishnu dan a sus hijos rosarios de 108 canicas. UN rosario similar es usado por millones de budistas en la India y en el Tibet.  Los musulmanes constantemente oran por los noventa y nueve nombres de Alá con su rosario Tasbih de 99 canicas .Los adoradores a Shiva tienen un rosario con el cual repiten, si es posible, todos los mil ocho nombres de su dios . Cuando los misioneros católicos visitaron la India, Japón y México por vez primera, sitios éstos en los cuales el nombre de Cristo jamás se había escuchado, ¡se sorprendieron a encontrar rosarios usados por los paganos! Loa adoradores del demonio en el Tíbet y China usan rosarios para sus rituales. Los rosarios son frecuentemente nombrados en los libros sagrados de los hindúes  El rosario era usado en la Grecia asiática y tal es el objeto con canicas visto en las estatuas de la diosa Diana Escritos de dos y tres siglos antes de Cristo mencionan el uso del rosario dentro de varias religiones paganas. Y no solamente estaba el rosario en evidencia en todos estos países y dentro de todas estas religiones que hemos mencionado, sino que también era usado en los días del paganismo en Roma, en donde las mujeres se adornaban el cuello no solamente por razones ornamentarias, sino como recordatorio de oración en sus religiones paganas. La palabra “collar”, Monile, significa “recordatorio”  , es decir, un medio para recordar.


Nadie puede negar el hecho de que el instrumento del rosario era usado en la época precristiana y no por religiones no cristianas. Incluso la misma Enciclopedia Católica, dice: “ En casi todos los países nos encontramos con algo similar al rosario para contar las oraciones”.


De todas maneras, ni Cristo ni los apóstoles enseñaron nunca a orar empleando algún instrumento u objeto para contar las oraciones. El memorizar oraciones y luego repetirlas una y otra vez mientras que contamos las canicas, realmente se convierte en un ejercicio de memoria en vez de una expresión espontánea del corazón. Considerando que su uso no tiene base bíblica y que su origen proviene de tribus aborígenes paganas, el rosario no es más que otro ejemplo de cómo el paganismo fue mezclado con la religión católica.
La oración más frecuentemente repetida y la principal del rosario, es el “Avemaría”, que se dice de la siguiente forma: “Dios te salve, María; llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecados, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.


Recitar el rosario completo ocupa quince minutos. Requiere la repetición del avemaría 53 veces, del Padrenuestro 6 veces, 5 misterios, 5 meditaciones de los misterios, 5 glorias y una repetición del llamado “Credo de los Apóstoles”. Bien, notemos en dónde está puesto el énfasis. ¿Cuál es la que se repite más frecuentemente? La oración a María. El caso es que el Avemaría es repetido nueve veces más que el Padrenuestro. Pero, preguntamos, ¿Es más importante o efectiva la oración compuesta por hombres 

 y dirigida a María nueve veces, que una oración enseñada por Jesús y dirigida a Dios mismo? Tal énfasis en la “madre” indica claramente la mezcla del paganismo en el sistema de Roma.
El repetir una oración una y otra vez es indicado en la Biblia como una práctica del paganismo. Por ejemplo, oraciones repetidas se ofrecía a Diana en conexión con su culto en Efeso. Estas oraciones consistían de una corta frase religiosa, repetida una y otra vez; tal como podemos ver en Hechos 19:34. En este pasaje, los idólatras de la diosa-madre “…todos gritaron casi por dos horas: grande es Diana de los efesios”. Todos gritaban esto una y otra vez, y al igual que estos adoradores de Diana, usaban frases repetidas en su culto, asimismo hoy día, la misma clase de oración no bíblica continúa en la Iglesia católica aplicada a María. Pero Jesucristo se oponía radicalmente a la práctica de repetir oraciones una y otra vez y así lo expreso: “Y cuando ores – dijo – no uses vanas repeticiones como lo hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que han de ser oídos por su uso de muchas palabras. No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros pidáis” (Mateo 6:7-13). En este pasaje nuestro Señor, en términos claros, nos pide no orar repitiendo la misma oración una y otra vez. Jesús declaró enfáticamente que esto era ritualista. Debemos creerle y obedecerle a El.
De todas las oraciones del rosario, la única que es tomada directamente de la Biblia, es el “Padrenuestro”. Pero aun esta oración no debe repetirse una y otra vez, pues es a continuación de habernos dicho El que no usáramos repeticiones y muchas palabras como lo hacen los paganos, que dice en el siguiente versículo: “De esta manera debéis orar: Padre nuestro, que estas en los cielos…”. Y les dio a los apóstoles esta oración breve como ejemplo. En el mismo párrafo en que les indicó no repetir palabras en vano, el Señor Jesús dio esta oración como algo opuesto al tipo de oraciones de los paganos; sin embargo, en desobediencia directa a las escrituras, los católicos son enseñados a repetir esta preciosa oración una y otra vez en lugar de imitarla. Y si el Padrenuestro no debe repetirse, cuánto menos debemos repetir la más breve oración hecha por hombre y dirigida, no a Dios, sino María, la madre humana de Jesús.

Además de las oraciones y devociones ofrecidas a María, los católicos romanos también dan honores y oración a varios “santos”. Estos santos, según la Iglesia Católica, son mártires o gentes notables de la “Iglesia” que han muerto y los papas los han designado como “santos”.

En este artículo hemos de ver, sin lugar a dudas, que la idea de orar a los santos no es más que una continuación de viejas devociones que los paganos daban a los dioses y diosas de su religión, desde tiempos atrás. Pero antes de abordar estas evidencias, fijémonos en las sagradas Escrituras y veremos lo que ellas enseñan acerca de los santos.

De acuerdo con la Biblia, todo verdadero cristiano es un santo. No hay ninguna indicación de que una persona pueda ser hecha santa después de su muerte. No es el Papa quien hace a los santos. Es asunto de Dios. En las Escrituras, los santos siempre son gentes vivientes, nunca muertos. Por ejemplo, cuando Pablo escribió a los efecios, se les dirigió de es forma: “A los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso” (Efesios 1:1). Su carta a los Filipenses, dice: “A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos” (Filipenses 1:1). Los antiguos cristianos en la iglesia de Roma fueron llamados santos (Romanos 1:7 y 16:15), como también lo fueron los cristianos que vivían en Corinto (1° Corintios 1:23 y 2° Corintios 1:1).

Muchos católicos  tratan de comunicarse con  personas que han muerto  que según los papas son santos, con personas que han muerto, ¿Qué más puede ser sino una forma de espiritismo? La Biblia, repetidas veces, condena todo propósito de comunicarnos con los muertos, que es un acto satánico (Ver. Isaías 8:19-20).

Sin embargo, muchos recitan el “Credo" que dice “Creo en la comunión de los santos”, y piensan que esto se refiere no sólo a los vivos sino también a los muertos. “Una ayuda mutua, satisfacción, oración y otras buenas obras, una comunicación mutua” (Nueva Enciclopedia Católica, Vol. IV, p.41).

Pero las Escrituras están contra la idea de que los vivos pueden ser favorecidas o beneficiados por oraciones a los muertos, o a través de ellos. Tal enseñanza es completamente ajena a la Biblia. Entonces, ¿Cómo entraron estas cosas a la Iglesia Romana?

De nuevo debemos mirar a la “madre” de las religiones falsas – Babilonia –. Allí, desde épocas pasadas, encontramos que las gentes oraban a muchos dioses y les daban honra. De manera que el sistema babilónico se desarrolló hasta que tuvo casi cinco mil dioses y diosas. [39] En la misma forma en que los católicos creen en los “santos”, los babilonios creían que sus dioses y diosas habían sido una vez héroes vivientes en la tierra, y después de muertos habían pasado a un plano más elevado. [40]



“Cada día y cada mes estaban protegidos por una divinidad particular” [41] . Algunos de estos dioses y diosas estaban asociados con las temporadas, otros con ciertos eventos de la vida y aun otros con varias ocupaciones de trabajo.


Desde Babilonia – tal como otra forma de idolatría de la gran “madre” – se diseminó el culto a estos “dioses” por las naciones.

Los budistas de la China, por citar uno de muchos ejemplos, tienen su “culto a varias divinidades, como el de la diosa de los marineros, el dios de la guerra, los dioses de varias vecindades u ocupaciones”. [42]

Cuando Roma conquistó el mundo este sistema de dioses y diosas fue infiltrado en la misma forma dentro de la religión pagana de Roma. Brighit, por ejemplo, era diosa de la poesía y los herreros; Juno Regina, era la diosa de la femeneidad, el matrimonio y la maternidad; Minerva era la diosa de las escuelas de la sabiduría, de los músicos y de los artesanos; Venus era la diosa del amor sexual y el nacimiento; Vesta era la diosa de los panaderos y fuegos sagrados; Hércules era el dios del vino y el gozo; Mercurio era el patrón divino de los mercaderes y oradores y ladrones; Opus era la diosa de la fortuna; Bellona era la diosa de las batallas; los dioses paganos Castor y Pollux eran los protectores de Roma y de los viajeros del mar; Apolo era el dios de la medicina y la salud; Cronos era el dios del tiempo y guardián de los juramentos, y Jano era el dios de las puertas y entradas [43].

Y así, las ideas babilónicas de los dioses y las diosas, asociados con diferentes días y eventos de la vida, se establecieron en la Roma pagana. Más tarde, cuando vino la apostasía, esta misma práctica entro en la “iglesia” de Roma. Como los nuevos creyentes del paganismo resistían a abandonar la vieja costumbre de orar a diversos “dioses”, de no ser que encontraran algo similar en la cristiandad, estos dioses y diosas simplemente recibían un nombre nuevo y se les llama “santos”. Exactamente igual como en el culto pagano estos cristianos fieles fallecidos eran asociados con varias ocupaciones, cada cual con su día especial, naturalmente, sin poder consultarles si aceptaban o no el encargo papal. De este modo la antigua creencia pagana continuó y sigue siendo una parte muy importante de la Iglesia Católica. Esto puede verse en la siguiente tabla de santos católicos patrones de diversas ocupaciones y sus días especiales. 






La ilustración adjunta en la parte inferior indica como los calendarios católicos designan ciertos días para sus “santos”. Además de los “santos” que están dedicados a ciertas ocupaciones, los católicos son exhortados a orar a los siguientes “santos” para ayuda respecto a estas enfermedades:




La iglesia católica también tiene “santos patronos” para las siguientes situaciones:






Sin duda alguna, el sistema católico de los santos patrones no es más que una continuación de las antiguas creencias paganas en dioses dedicados a días, ocupaciones y a varias necesidades de la vid. Como el culto a los santos es en realidad una continuación de estos dioses falsos, ¡El romanismo es hallado culpable del pecado de adorar a “otros dioses” fuera del Dios verdadero!, una práctica que es condenada repetidas veces en las escrituras.


Este método de sustituir “santos” en cambio de “dioses” paganos, se hizo tan popular, que para el Siglo X, 25,000 santos habían sido canonizados por la iglesia católico romana. Al mezclar las dos religiones, tanto los paganos como los que profesaban ser cristianos, aumentaron el número de imágenes de la iglesia romana.

Pero para hacer menos obvia tan aparente mezcla, siempre que era posible, ¡Los líderes del romanismo sustituían un nombre de resonancia cristiana que fuera similar al nombre del viejo dios pagano que reemplazaba. Por ejemplo, la diosa victoria de los Alpes bajos ¡Fue nombrada como Santa Victoria! La diosa pagana Osiris fue nombrada Santa Onofria ; Cheron, como San Cesarino; Artemis, como San Artémides; Dionisio, como San Dioniso; Apolo, como San Apolinar, y Marte como San Martín. [44]


La diosa pagana Brigit (considerada como la hija del dios sol, la cual era representada con un hijo en sus brazos) fue simplemente nombrada “Santa Brígida”. En los días del paganismo, su templo 

principal en Kildare era servido por vírgenes quienes cuidaban de los fuegos sagrados. Cuando ocurrió la apostasía de la iglesia con la incorporación del paganismo, el templo se convirtió en un “convento”. Sus vírgenes se hicieron “monjas”. Y continuaron atendiendo el fuego ritual dedicado a la diosa; solo que ahora era nombrado el “fuego de Santa Brígida”[45]

En un sitio anteriormente consagrado al dios Apolo, ahora existe el templo de san Apolinar, y donde antes había estado el templo de Marte, actualmente se encuentra la iglesia de san Martín. [46]



En un intento más de unir el paganismo a la cristiandad, ¡líderes de la Iglesia apóstata enseñaron que Jesús nació en una cueva! Claro está que no hay autoridad escrita para indicar tal cosa. Al contrario, la cueva que es mostrada en Belén como el lugar de nacimiento de Jesús, es hoy una capilla en la cual el dios babilónico Tamuz era adorado. Esto fue mencionado por Jerónimo, notable escritor cristiano del siglo IV. [47]

Y así, a través del Imperio romano, el paganismo murió solamente para renacer en la Iglesia Católica Romana. Templos y capillas fueron cambiados de nombre y su culto continuó – pasando ahora de dioses a santos cristianos –. Al mezclar todo este paganismo con el cristianismo, no solamente continuó la devoción a los viejos ídolos paganos, sino también la costumbre de construir y venerar imágenes. En algunos casos la misma estatua que había sido adorada como un dios pagano, fue nombrada como un santo cristiano ¡y la devoción continuó! Una estatua de Júpiter, por ejemplo, fue un poco cambiada y se le llamó Pedro.

Otros ídolos y estatuas fueron “cristianizados” y la idolatría satánico-pagana siguió ahora disfrazada. A través de los siglos, más y más estatuas han sido adoptadas y veneradas hasta que actualmente hay iglesias en Europa que contienen dos, tres y cuatro mil estatuas [48]





Ya sea en las impresionantes catedrales o en pequeñas capillas o ermitas construidas en las afueras de grandes ciudades antiguas, en los tableros de automóviles o fríamente sonrientes en imágenes colgadas de una cadenita sobre los pechos de prostitutas.

En todos estos sitios se pueden encontrar en abundancia los ídolos del catolicismo. Y el uso de tales ídolos e imágenes identifica claramente a la Iglesia Católica Romana como una continuación del paganismo, no de la Iglesia pura, sin contaminación, de la cual hablan las Sagradas Escrituras.


El uso de los ídolos – no importa el nombre que se les dé – es babilónico; porque como lo menciona Herodoto, Babilonia fue la cuna de la cual todo sistema de idolatría se desparramó entre las naciones, a pesar de que Dios repetidamente ha advertido a su pueblo no seguir la práctica de usar ídolos en sus cultos.

La Biblia dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20:4). “No te harías para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella” (Levítico 26:1). “Ni los idólatras heredarán el reino de Dios” (1° Corintios 6:910). “Hijitos,guardaos de los ídolos” (1°Juan 5:21)

Claramente, las Escrituras están contra el uso de los ídolos e imágenes en el culto de la iglesia. La iglesia del principio, la verdadera Iglesia, nunca los usó. Pero cuando vino la “apostasía” y se mezclaron el paganismo y la cristiandad, se hizo un uso completo y libre de los viejos ídolos paganos los cuales heredó la “Iglesia”. Los líderes apostatas de la Iglesia sintieron que como alguna de estas estatuas era tan valiosas – algunas de ellas estabas cubiertas de oro y plata – deberían ser rededicadas y continuar usándolas. ¿Pero qué dice Dios acerca de este razonamiento? “Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego, no codiciarás plata ni oro de sobre ellas para tomarlo para ti, porque no tropieces en ello, pues es abominable a Jehová tu Dios” (Deuteronomio 7:25).




Los israelitas, no sólo debían destruir los ídolos de las naciones gentiles que conquistaban, sino que, además, debían “destruir todas sus pinturas” (Números 33:52). Estas eran las pinturas de las divinidades paganas. De modo que no solamente es condenado por las Escrituras el uso de los ídolos, sino que como las pinturas son veneradas con frecuencia en forma supersticiosa, éstas tampoco tienen virtud alguna como culto verdadero.


Es extraño que algunas religiones condenen el uso de


las estatuas y, sin embargo, ¡Hagan uso pleno de pinturas de las mismas! ¿Pero cuál es la diferencia? La estatua es tridimensional mientras que la pintura es una superficie plana. Pero ninguna fue usada por los apóstoles o la Iglesia del Nuevo Testamento. No fue sino hasta el siglo V que las pintura de María, Cristo y los “santos” o los iconos o imágenes de relieve comenzaron a hacerse y a usarse como objeto de adoración.


Y así como los paganos ponían un redondel o aureola sobre las cabezas de sus dioses, de igual manera la Iglesia apóstata continuó esta práctica, y así puede verse cómo san Agustín es representado en libros católicos con un disco sobre su cabeza. Todos los “santos” del catolicismo se representan igual.

Para ver que esta práctica fue tomada del paganismo debemos notar el dibujo de Buda, el cual tiene, también, el símbolo del redondel alrededor de su cabeza. En realidad, esta práctica es babilónica. Los artistas y escultores de la vieja Babilonia ponían el disco o aureola alrededor de cualquier personaje querían representar como un a un dios o diosa [49].  



Esta costumbre continuó dentro de las religiones paganas hasta los días del Imperio romano.


La ilustración demuestra la forma en que los romanos ilustraban a Circe, la diosa pagana hija del Sol, con un redondel sobre su cabeza. De su uso pagano de Roma, el mismo símbolo pasó a la Roma papal y ha continuado hasta hoy en día, como es evidente por las miles de pinturas y cuadros de “María y de los santos”.

Cuando llegó la apostasía se hicieron pinturas que suponían ser semejanzas de Cristo, con “rayos dorados” alrededor de su cabeza. Esta era exactamente la misma forma con la que el dios-Sol de los paganos había sido representado por varios siglos. Otro intento de unir el paganismo con el cristianismo. Hoy día, tanto las iglesias católicas como las protestantes (en su mayoría) hacen uso de cuadros de Cristo. Pero las Escrituras no nos dan una descripción de las facciones físicas de Jesús. No fue hecha ninguna pintura de El durante su vida en la tierra. La Iglesia de los primeros cuatros siglos no tenía pinturas de El. Es evidente que las llamadas pinturas de Cristo, al igual que las de María y de los santos, sólo son un producto de la imaginación de los artistas. Haciendo únicamente un corto estudio del arte religioso podemos encontrar que en diferentes siglos y nacionalidades se hallan muchos y diferentes cuadros de Cristo distintos unos de otros. Obviamente, no todos pueden tener la apariencia de Cristo.



Supongamos que alguien que nunca lo ha vista a usted, que no conoce sus facciones y no tiene forma alguna de conocer su apariencia, ¡decide pintar un cuadro suyo! Es natural que el resultado será algo que no se parecerá en nada de usted. ¿Apreciaría usted esto? ¡Claro que no! ¡Tampoco podemos pensar que Cristo ha dado su aprobación a los conceptos que han tenido los hombres de lo que ellos “piensan” que era su apariencia!


Yo sé que el escribir estas cosas no es popular. ¡Pero creo que todos podemos estar de acuerdo en que no hay hombre – ni aún el mejor artista del mundo – que pueda captar al Señor en su plena y verdadera gloria! Cualquier pintura, aun en su máxima grandeza, no es más que un pobre sustituto, sólo una imagen o ídolo en forma modificada, y ésta nunca podría mostrar la verdadera magnificencia de nuestro Señor. Los que verdaderamente adoran a Dios deben hacerlo “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24) y la veneración de pinturas, imágenes o ídolos, no nos ayuda – como se pretende – a un culto más fervoroso y verdadero, sino que, por el contrario, lo impide.


después de la muerte de Nimrod, su adúltera esposa dio a luz a un hijo del que afirmó había sido concebido sobrenaturalmente. Proclamó que éste era un dios-hijo; que era Nimrod mismo, su líder, que había renacido y que tanto ella como su hijo eran divinos. [7] Esta historia era ampliamente conocida en la antigua Babilonia y se desarrolló en un culto bien establecido, el culto de la madre y el hijo. Numerosos monumentos de Babilonia muestran la diosa madre Semiramis con su hijo Tammuz en sus brazos.


 Ahora, cuando el pueblo de Babilonia fue disperso en las varias áreas de la tierra, llevaron consigo el culto a la divina madre y al dios-hijo. Esto explica por qué todas las naciones en tiempos pasados adoraban a la divina madre y a su hijo de una u otra forma, ¡aún siglos antes de que el verdadero Salvador, nuestro Señor Jesucristo naciera en este mundo! En los diversos países donde se extendió este culto, la madre y el hijo eran llamados de diferentes nombres debido a la división de los lenguajes en Babel, pero la historia básica seguía siendo la misma.

 Entre los chinos, se llamaba ala diosa madre “Shingmoo” o “Santa madre”, y se representa con un niño en los brazos y rayos de gloria alrededor de su cabeza como se ve en la ilustración abajo a la izquierda. [9]




Los germanos veneraban a la virgen “Hertha” con un niño en los brazos. Los escandinavos la llaman “Disa” y también la presentaban con el niño en brazos. Los etruscos la llamaban “Nutria”; en India, la “Indrani”, que también era representada con un niño en los brazos, y también, entre los druidas, adoraban a la “Virgo Paritura” como a la “Madre de Dios”. [10]


La madre babilónica era conocida como “Afrodita” o “Ceres”, por los griegos y aparece en la ilustración a la derecha; “Nana”,por los sumerios, y como “Venus” o “Fortuna” por sus devotos en los viejos días de Roma; su hijo era conocido como “Júpiter” [11]




La ilustración de abajo muestra a la madre y al hijo como Devaki y Crishna (Krishna). Por algún tiempo, Isi, la “gran diosa” y su hijo Iswara, han sido venerados en la India, donde se han erigido grandes templos para su culto. [12]


Devaki y Krishna en el Induísmo

En Asia la madre era conocida como “Cibeles” [ilustración inferior], y su hijo “Deoius”. “Pero no tomando en cuenta su nombre o lugar – dice un escritor -. Era la esposa de Baal, la reina-virgen del cielo quien “dio fruto sin haber concebido.” [13]


Cuando los hijos de Israel cayeron en apostasía, ellos también se descarriaron con este culto de la diosa-madre. Como podemos leer en el libro de Jueces 2:13, “Y dejaron a Jehová y adoraron a Baal y a Astaroth”. Astaroth era el nombre bajo el cual la diosa era conocida por los hijos de Israel. Da vergüenza el pensar que aun aquellos que conocían al Dios verdadero, se alejaban de El y adoraban a la madre pagana. Pero eso es exactamente lo que hicieron. [14]


Baal y Astoreth
Uno de los títulos bajo el cual era la diosa conocida por los israelitas, era el de “Reina del Cielo”, como leemos en Jeremías 44:17-19. El profeta Jeremías los reprendió por venerarla, ¡Pero ellos se revelaron a pesar de su advertencia, y fue así como trajeron sobre sí mismo una plena destrucción por la mano de Dios! En Efeso, la gran madre era conocida como “Diana”; ¡El templo dedicado a ella en esa ciudad era una de las Siete Maravillas del Viejo Mundo! Y no solamente en Efeso, sino también a través de Asia y del mundo entero era venerada la divina madre (Hechos 19:27).



La diosa Diana de los Efesios

En Egipto, la madre babilónica era conocida como Isis, y su hijo como Horus [ilustración inferior izquierda]. Nada es más común, en los monumentos religiosos de Egipto, que el infante Horus sentado en el regazo de su madre (véase ilustración). El culto a la madre y al hijo era conocido en tiempos pasados, pues en 1747 se encontró un monumento religioso en Oxford, de origen pagano el cual exhibe a una mujer alimentando a un infante. “Así vemos – dice un historiador – que la virgen y el hijo eran venerados en tiempos anteriores desde China hasta Bretaña… y aún en México la madre y el hijo eran venerados”. [15]




Este culto falso se esparció desde Babilonia a varias naciones, con diferentes nombres y formas; finalmente, se estableció en Roma y a través del Imperio Romano. Dice un notable escritor de esta época: “El culto a la gran diosa madre… era muy popular en el Imperio Romano. Existen inscripciones que prueban que los dos (madre e hijo) recibían honores divinos, no solamente en Italia – especialmente en Roma – sino también en las provincias, particularmente en África, España, Portugal, Francia Alemania y Bulgaria. [16]



Fue durante este período de culto prominente a la madre divina, que el Salvador, nuestro Señor Jesucristo, fundó la verdadera Iglesia del Nuevo Testamento; ¡Y qué gloriosa era la Iglesia en esos días! Pero la que una vez fue conocida como la “Iglesia”, abandonó su fe original en el tercer y cuarto siglos y cayó en la gran apostasía que los apóstoles habían anunciado. Cuando vino la “apostasía” se mezcló mucho paganismo en medio de la cristiandad. Se aceptaban en la Iglesia a paganos no convertidos y en numerosos casos se les permitía continuar mucho de sus ritos y costumbres paganos sin restricción alguna; en ocasiones se hacían algunos cambios con el fin de que estas creencias paganas parecieran similares a una doctrina cristiana. Uno de los mejores ejemplos de esta clase de paganismo lo podemos tener en la forma en que la iglesia profesante permitía a los paganos el continuar el culto a la diosa madre ¡Solamente con un poco diferencia y con otro nombre! Habían muchos paganos que se sentían atraídos al cristianismo, pero era tan fuerte en sus mentes la adoración a la diosa madre, que no la querían abandonar. Entonces los líderes de la Iglesia buscaron una similitud en la cristiandad con el culto de los idólatras paganos para poder atraerlos en gran número y así añadirlos a ella.







¿Pero a quién podrían usar para reemplazar a la diosa madre del paganismo? Pues claro que a María, la madre de Jesús; era la persona más lógica que podían escoger. ¿Por qué, entonces, no permitir que los paganos continuaran sus oraciones y devociones a su diosa, llamándola con el nombre de María, en lugar de los nombres anteriores con los cuales ellos la conocían? Esto le daba al culto idólatra de los paganos la “apariencia” de cristianismo y de esta forma,ambos bandos podían estar satisfechos e incorporarse así a la Iglesia romana. Y es esto exactamente lo que sucedió. Poco a poco, el culto y doctrinas que habían sido asociados con la madre pagana, vinieron a ser aplicados a María. Así, el culto pagano de la “madre” continuó dispersándose dentro de la Iglesia profesante.

Es obvio que este culto a María no era sólo la veneración que se merece la más bendita entre las mujeres, la madre humana del divino Salvador, sin que, al contrario, no era más que una continuación del viaje culto pagano a la madre. Porque a pesar de que María, la madre de Jesús, era una buena mujer, dedicada y temerosa de Dios, y fue escogida especialmente para engendrar el cuerpo de nuestro Salvador, no fue nunca considerada como una persona divina o como diosa por la verdadera Iglesia primitiva.



Ninguno de los apóstoles, ni Jesús mismo, dieron alguna vez a entender que se debería venerar a María. Como lo indica la ”Enciclopedia Británica”, durante los primeros siglos de la Iglesia no fue puesto ningún énfasis en María. [17] No fue sino hasta la época de Constantino, la primera parte del siglo IV, cuando alguien empezó a ver a María como a una diosa. Pero aun durante ese período, tal idolatría era denunciada por la Iglesia, lo cual es evidente en las palabras de Epifanio, quien denunció a ciertas mujeres de Tiro, Arabia y otros sitios por rendir culto a María como a una diosa verdadera y hacerle ofrendas en su capilla. Pero unos años más tarde, el culto a María no solamente era permitido por lo que es actualmente conocida como la Iglesia Católica, sino que vino a ser una de sus doctrinas principales y lo continúa siendo hasta hoy día.


"Como Roma había sido por mucho tiempo el centro del culto a la diosa del paganismo, no debemos extrañarnos de que éste fuera uno de los primeros sitios donde el culto a María se estableció dentro de la “iglesia”. Este es un hecho que revela abiertamente que el culto a María fue el resultado directo de la influencia pagana."


El culto a la diosa madre permeó en el cristianismo dando lugar a lo que se conoce comunmente como “Mariolatría”, y este sincretismo o fusión entre paganismo y cristianismo dio lugar a lo que actualmente se conoce como catolicismo.

Otra ciudad en donde el culto idólatra pagano a la madre era popular fue Efeso, y ahí también se hicieron intentos por mezclarlo con la cristiandad. En Efeso, desde tiempos primitivos, la diosa-madre era llamada Diana (Hechos 19). En dicha ciudad los paganos la veneraban como la diosa de la virginidad y la maternidad. [18]

Se decía que ella representaba los poderes generadores de la naturaleza, por lo cual se la representaba con muchos senos. Una torre de Babel adornaba su cabeza. Cuando se tienen creencias durante siglos, por lo general no es fácil abandonarlas. De modo que cuando llegó la apostasía, líderes de la iglesia de Efeso razonaron que si permitían a los paganos continuar su adoración a la diosamadre, los podrían atraer a la “iglesia”.

Así, entonces, en Efeso se incorporó el culto a la diosa pagana y se mezcló con el cristianismo. Se sustituyó el nombre de Diana por el de María y los paganos continuaron orando a la diosa-madre. Conservaron sus ídolos con la imagen de ella y la iglesia profesante permitió que los adorasen junto con Cristo. Pero no es mezclando de esta forma el cristianismo con el paganismo el camino de Dios para ganar convertidos. Cuando Pablo llegó a Efeso todavía no se había infiltrado el paganismo. La gente era verdaderamente convertida y en esos días al convertirse al cristianismo destruían las imágenes de la diosa-madre (Hechos 19:24-27).

¡Cuán trágico fue que esta iglesia aceptara y aún adoptara la idolatría abominable de la diosa-madre disfrazándola bajo el hábito de la cristiandad! Finalmente, cuando el culto a María se hizo una doctrina oficial de la Iglesia Católica, en el año 431 d.C., fue precisamente en el Concilio de Efeso, la ciudad de la diogana pagana Diana. Es obvia la influencia pagana que indujo al Concilio a tomar esta decisión. Otro sitio del culto idólatra a la diosa-madre fue Alejandría (Egipto). Aquí era conocida bajo el nombre de Isis. Cuando el cristianismo se propagó hasta Alejandría, se hicieron convenios similares a los que se 
habían adoptado en Roma y Efeso. El culto idólatra-pagano a la madre fue cuidadosamente inyectado a la “cristiandad” por los teólogos de la iglesia en dicha ciudad. Ahora, el simple hecho de que haya sido en ciudades como Alejandría, Efeso y Roma donde la idolatría pagana se mezcló primeramente con la cristiandad, muestra de manera definitiva la continuación directa del antiguo paganismo.

Esto prueba más aún que el culto a María no es más que el antiguo culto popular a la diosa-madre pagana y se puede confirmar notando los títulos que se le confirieron a María así como la forma ritual de sus cultos. Por ejemplo, María es frecuentemente llamada “la Madonna”. ¡Este título no tiene absolutamente nada que ver con María, la madre de Jesús! En cambio, esta expresión es la traducción de uno de los títulos por los cuales la diosa babilónica era conocida, y Nimrod vino a ser conocido como Baal. El título de su esposa, la divinidad femenina, sería el equivalente a Baalti. En castellano esta palabra equivale a “mi Señora”; en latín, Mea Domina, y en italiano, en una forma bien conocida, es Madonna. [19]




Entre los fenicios, la madre-diosa era conocida como “Nuestra Señora de los Mares” [20] , y aún este título se aplica a María a pesar de que no hay absolutamente ninguna conexión entre María y el mar en los evangelios. Las Escrituras claramente indican que sólo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (l°Tim. 2:5). A pesar de esto, el catolicismo romano enseña que María también es “mediadora”, y es por esto que las oraciones a ella forman una parte muy importante en el culto católico.


¿Pero cómo fue que María vino a ser conocida como “mediadora”? Nuevamente tenemos la influencia del paganismo, pues la madre-diosa de Babilonia tenía nombres como “Mylitta”, que significa “la mediadora”. Y así esto también pasó a la iglesia apóstata, ¡la cual hasta hoy en día habla de María como mediadora! Otro título que proviene del paganismo y fue aplicado a María es el de “Reina del Cielo”. En ningún lugar del Nuevo Testamento se dice que María la madre de Jesús sea o tuviera que ser nombrada reina del cielo; pero este título lo poseía la diosa-madre pagana que era adorada siglos antes de que María siquiera hubiera nacido. Sí, hacía mucho tiempo, en los días de Jeremías, que el pueblo adoraba a la “reina del cielo” y practicaba ritos que eran sagrados para ella. Como podemos leer en Jeremías 7:18-20, “Los hijos recogen la leña y los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la “reina del cielo”.

"Y en este contexto, es interesante notar que actualmente las mujeres de Paphos (Chipre), hacen ofrendas a la virgen María, como reina del cielo, en las ruinas del antiguo templo de Astarté." [21]





Distintas vírgenes católicas denominadas como “advocaciones”, todas tienen la misma raíz pagana del culto a la diosa madre babilónica.

Como hemos visto, el nombre de la diosa-madre en Egipto era Isis y su hijo Horus (Osiris). Pues bien, uno de los títulos por los cuales Isis era conocida también, era el de “Madre de Dios”. Más tarde este título fue aplicado a María por los teólogos de Alejandría [22]

Nuevamente este era un intento obvio para hacer aparentar a la cristiandad semejante al viejo paganismo con la adoración a su diosa. Bien sabemos que María era la madre de Jesús, pero solamente en el sentido de su naturaleza humana. El título católico y el significado original de éste trascendieron y pusieron a la sencilla y humilde madre del Señor en una posición exaltada ajena al Nuevo Testamento. Y en la misma forma se sigue instruyendo a los católicos actualmente.

El culto a Isis no fue limitado a Egipto. Se introdujo en Roma en el año 80 a.C. cuando Sulla fundó un colegio isiaco allí. Y para mostrar hasta qué punto estaba mezclado el paganismo con la “cristiandad” romana, necesitamos solamente mencionar el hecho de que Isis era adorada en un templo “que estaba situado en las colinas vaticanas, donde hoy está localizada la Basílica de san Pedro, el centro de la Iglesia que adora a la “madre de Dios” en aquella forma. [23]

Aquí encontramos que los títulos “reina del cielo” , “nuestra señora de los mares”, “mediadora”, “madonna”, “madre de Dios” y otros más –que antes se atribuían a la diosa-madre pagana- fueron poco a poco aplicados a María. Tales títulos indican claramente que el supuesto culto a María de hoy es en realidad una continuación del culto a la diosa pagana. Pero existen todavía más pruebas que se pueden observar en la forma en que se representa a María en el “arte” de la Iglesia apóstata.


Tan bien fijada en la mente pagana estaba la imagen de la diosa-madre con el niño en los brazos, que cuando los días de la apostasía llegaron, “la antigua estampa de Isis y de Horus fue finalmente aceptada, no solamente entre la opinión popular, sino por su sanción episcopal, como el retrato de la virgen y su hijo”. Se adjuntaron representaciones de Isis y su hijo en un marco de flores. Esta práctica también fue aplicada a María, quien casi siempre es mostrada en la misma forma, como bien lo saben los estudiantes del arte medieval. La diosa egipcia Isis era frecuentemente representada como parada en la “Luna creciente” con “doce” estrellas alrededor de su cabeza [24]



La diosa egipcia Isis era frecuentemente representada como parada en la “Luna creciente” con “doce” estrellas alrededor de su cabeza, tal como a María se la representa en el Catecismo Oficial de Baltimore en la imágen de arriba.

Incluso esto fue adoptado para María, pues en casi todas las iglesias católicas romanas del continente europeo, se pueden ver cuadros de María en la misma forma. La ilustración que e acompaña (impresa tal como está en el Catecismo Oficial de Baltimore, EE.UU.), ¡muestra a María con las doce estrellas alrededor de su cabeza y la Luna creciente bajo sus pies!. Para satisfacer las mentes supersticiosas de los gentiles, líderes de la Iglesia apóstata trataron de hacer a María similar a la diosa del paganismo y exaltarla a una superficie divina, para competir con la madre-pagana. Y de igual manera se hicieron estatuas de María –a pesar de que las Sagradas Escrituras prohíben tal práctica.

En algunos casos, las mismas estatuas que habían sido veneradas como Isis (con su hijo), fueron simplemente cambiadas de nombre y se dieron a conocer como María y su hijo Cristo, de modo que continuara el antiguo culto.

“Cuando el cristianismo triunfó –dice un autor-, estas pinturas y figuras se convirtieron en la Madonna y su hijo, sin interrupción alguna: ningún arqueólogo podría actualmente asegurar si alguno de esos objetos representa a la una o a la otra.” [25]

Todo esto demuestra a qué grado se han rebajado los líderes apostatas para tratar de unir el paganismo con el cristianismo. La mayoría de esas figuras con distintos nombres han sido adornadas con joyas en la misma forma en que lo están las imágenes de las vírgenes hindú y egipcia. María, la madre de Jesús, no era rica; al contrario, era pobre. Entonces, ¿de dónde vinieron las joyas y coronas que se ven en las supuestas estatuas de ella? Obviamente, tales representaciones no son cristianas; son de origen anterior al cristianismo.


Y así, por compromisos unos muy evidentes y otros más disimulados, el culto a la antigua madre de los paganos fue continuado dentro de la “Iglesia” de la apostasía con el nombre de María, a quien se sustituyó en lugar de la otra. ¡Y este cambio ha venido engañando al mundo entero!





notas:

[7] Las Dos Babilonias Pag. 21
[8] Enciclopedia de religiones. Vol. 2., p. 393 
[9] Las Religiones Paganas (The Heathen Religión), p. núm. 60 
[10] Mitos Bíblicos (Bible Myths), p. 334 
[11] Las Dos Babilonias, p.20 
[12] Las Dos Babilonias, p.20 
[13] Extrañas Sectas y Cultos Curiosos, p. 12 
[14] Jueces 10:6, 1º Sam. 7:3-4; 12;10; 1º Reyes 11:5; 2º Reyes 23:13. 
[15] Mitos Bíblicos, p. 334 
[16] La Rama Dorada (The Golden Bough), Vol. 1, p. 356 
[17] La Rama Dorada (The Golden Bough), Vol. 14, p. 309 
[18] Enciclopedia bíblica Fausset, p. 484 
[19] Las Dos Babilonias, p.20 
[20] Diccionario bíblico Harper, p. 47 
[21] El paganismo en nuestra cristiandad (The Paganism in our Christinanity), p.133. 
[22] El paganismo en nuestra cristiandad, p. 130. 
[23] El hombre y sus dioses (Man and his Gods), p. 216 
[24] Egipto de Kenrick. Vol. 1, p. 245; Isis Descubierta, pág. 49 

[25] El paganismo en nuestra cristinandad, p. 129
 26 Catolicismo romano, p. 147
[27] Las Dos babilonias. Pág. 158 
[28] Catecismo oficial de Valtimore (N°2). Lección N°11. 
[29] Mitos Bíblicos, T.W. Doane, p. 357 
[30] Vol. 14. p. 999. 
[31] La palabra prototokos, que usa el evangelio, significa claramente primer nacido. 
[32] La cruz en tradición, historia y arte. p. 21
[33] Enciclopedia de religiones. Vol. 3. p. 203.
[34] Ibid. p. 203. [35] Mitos Bíblicos, T.W. Doane, p. 344
[36] Las dos Babilonias. p. 187.

[37] Ibíd., p. 188. 
[39] En el principio, p.65
[40] Enciclopedia de religiones, Vol. 2, p.78
[41] La Historia del mundo, según historiadores, Vol. 1 pág. 518
[42] Historia de los cultos mundiales, p. 621 
[43] Durant, Vol. 3, p.61-63; Culto del Mundo, p.179; Vida en el mundo romano, p. 377
[44] El hombre y sus dioses, p. 227; Durant, p. 745; Doane p. 396
[45] Festivales, santos días y días de santos, p. 26
[46] Mitos bíblicos, p.396
[47] Epístola Ad Paulinum
[48] Enciclopedia de religión y ética, art. “Ídolos e imágenes”.

[49] Símbolos antiguos paganos y modernos cristianos. Pág. 35


VEASE TAMBIEN : EL VERDADERO ORIGEN DE LA IGLESIA CATOLICA






EL "CRISTIANO" MÁS INFLUYENTE DE TODA LA HISTORIA (SAN AGUSTIN) SEGUNDA PARTE

El Imperio Romano se estaba desmoronando. La Iglesia se estaba hundiendo en el mundo, en lugar de trastornar el mundo. De manera que el reino de Dios necesitaba urgentemente a un Pablo o a un Juan el Bautista que de manera audaz le hiciera frente y desafiara a todo el híbrido constantiniano. Sin embargo, lo que la Iglesia consiguió fue más bien el principal defensor del híbrido que haya existido. Su nombre era Agustín.
Agustín fue un hombre muy característico de su época; él aceptó totalmente el híbrido constantiniano y los cambios que éste había traído a la Iglesia. Él fue un apologista muy capaz a favor del híbrido y, desafortunadamente, no hubo ningún vocero talentoso a favor del reino. Por tanto, naturalmente, los argumentos de Agustín prevalecieron.
Pero Agustín hizo mucho más que sólo defender el híbrido. Él también trató de defender el cristianismo ortodoxo contra las afirmaciones de los herejes, tales como los gnósticos. Su método consistió en escuchar la posición de su adversario y luego adoptar exactamente la posición contraria para contraatacarla.
Para ilustrar esto mejor, representemos una de las doctrinas apostólicas con el color verde, el cual se obtiene de mezclar el azul con el amarillo. Y representemos el punto de vista herético de esta misma doctrina con el color azul. El hereje tiene una parte de la verdad, ya que el verde consta en parte del azul. Sin embargo, el hereje no ha comprendido toda la verdad. Él ha alterado la doctrina apostólica al omitir una parte esencial de ella; la parte amarilla.
Ahora bien, el método de Agustín no consistió en traer a su adversario de regreso a la plenitud de la doctrina apostólica, representada por el color verde. No, Agustín sencillamente se colocaba en el extremo opuesto y argumentaba que el asunto no era azul en ninguna manera, sino que realmente era amarillo. De ese modo, él rehusaba reconocer que su adversario tenía al menos un poco de razón. Y este método fue muy eficaz como medio para ganar las discusiones.
Agustín pudo haber ganado las discusiones, pero al hacerlo anuló el cristianismo bíblico histórico. El amarillo es nada más la mitad de la fe apostólica (verde) así como lo es el azul.
Permítame darle dos ejemplos de lo que quiero decir.

Agustín contra los gnósticos

El gnosticismo estuvo entre las primeras herejías que el cristianismo enfrentó. El gnosticismo enseñaba que el mundo material era malo, pues había sido creado por una deidad distinta que el Dios del Nuevo Testamento. Para apoyar su posición, los gnósticos destacaban el hecho de que las enseñanzas de Jesús eran diferentes a las de Moisés. Por ejemplo, el Dios del Antiguo Testamento les había mandado a los israelitas ir a la guerra, pero Jesús les decía a sus discípulos que amaran a sus enemigos. Lógicamente, muchos gnósticos aceptaban las enseñanzas del reino de Jesús, pero rechazaban todo el Antiguo Testamento por considerar que era la obra de otro dios. Ellos hasta negaban que el Hijo de Dios se hubiera hecho hombre.
Los primeros escritores cristianos, tales como Ireneo y Tertuliano, ya habían defendido en una forma muy capaz el cristianismo histórico frente a las enseñanzas del gnosticismo. Estos primeros defensores de la fe argumentaron que no había ningún Dios nuevo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Únicamente había una progresión de la revelación del uno al otro. La ley de Moisés había sido una guía que preparó a los israelitas para Cristo. Las enseñanzas de Jesús eran la meta final para la cual la ley estaba preparando a los israelitas.
Sin embargo, estos argumentos no concordaban con el híbrido constantiniano. Como ya hemos debatido, el híbrido era básicamente una combinación de la teología del Nuevo Testamento con la moralidad y el estilo de vida del Antiguo Testamento. Reconocer que el Nuevo Testamento introducía nuevas y mayores leyes morales que el Antiguo Testamento significaba reconocer que el híbrido estaba equivocado. Y tal idea no servía.
Por esta razón, Agustín les respondió a los gnósticos (conocidos en su día como los maniqueos), negando su premisa fundamental. Él planteó que las enseñanzas de Jesús no se diferenciaban de las del Antiguo Testamento. Él decía que matar era tan lícito bajo el Nuevo Testamento como lo fue bajo el Antiguo Testamento. Agustín escribió: “¿Qué hay de malo en la guerra? ¿La muerte de algunos, que de todas formas pronto morirán, para que otros puedan vivir en sometimiento pacífico? Esto es una mera antipatía cobarde y no un sentimiento religioso. Los verdaderos males de la guerra son el amor a la violencia, la crueldad vengativa, la enemistad violenta e implacable, la resistencia descontrolada, la ambición de poder, y así por el estilo. Y por lo general, cuando se requiere la fuerza para imponer el castigo, es con el propósito de castigar estas cosas que, en obediencia a Dios o a alguna autoridad legal, los hombres buenos llevan a cabo las guerras. Por cuanto ellos se encuentran en una posición tal con relación al comportamiento de los asuntos humanos que una conducta correcta les exige actuar o hacer que los demás actúen de cierta manera”.1
Sí, pero ¿no dijo Jesús que amáramos a nuestros enemigos y que no resistiéramos al que es malo? Agustín tuvo una respuesta para eso: “Puede suponerse que Dios no hubiera autorizado la guerra porque en los últimos tiempos el Señor Jesucristo dijo: ‘Yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra’. Sin embargo, la respuesta es que lo que aquí se requiere no es una acción corporal, sino una disposición interior”.2 Mejor dicho, ¡está bien matar mientras ames a la persona a quien matas!
Agustín continuó: “El Señor exige paciencia cuando dice: ‘A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra’. Esto puede ser la disposición interior de la persona, aunque no se manifieste en una acción corporal o por medio de palabras. Ya que cuando el apóstol fue golpeado, (…) él oró que Dios perdonara a sus agresores en el mundo venidero, pero no pidió que la lesión quedara impune en aquel momento. Interiormente, él mantuvo un sentimiento amable, mientras que exteriormente él deseó que el hombre fuera castigado como un ejemplo”.3
Ese tipo de lógica puede usarse para ganar un argumento de palabras, pero no es jugar limpio con Cristo. Según Agustín, nosotros podemos llevar a cabo los mismos actos brutales que el mundo. Nuestros actos pueden ser tan violentos como los de los israelitas bajo el Antiguo Testamento, siempre y cuando nuestros sentimientos interiores no sean otra cosa que bondad, paz y amor.
Siguiendo esta forma de razonamiento, Agustín pudo racionalizar casi cualquier tema. Por ejemplo, Agustín argumentaba que perseguir a los donatistas era un acto de amor cristiano, ya que eso los traía de vuelta al redil de la Iglesia: “¿Acaso no es parte del cuidado del pastor, cuando algunas ovejas han abandonado la manada, aunque no hayan sido ahuyentadas violentamente, sino que hayan sido llevadas por mal camino por medio de palabras dulces y actos engatusadores, traerlas de vuelta al redil de su amo una vez que las encuentra? Y él puede traerlas por medio del temor al látigo, o incluso por medio del dolor del látigo, si ellas muestran síntomas de resistencia”.4
Lo que Agustín no comprendía es que en el reino de Cristo los medios son siempre tan importantes como el fin. Lo cristianos no hacen uso de medios malos o violentos en un intento por obtener resultados piadosos. Cómo hacemos algo y qué hacemos son siempre igualmente importantes.

La guerra justa 

A menudo se reconoce a Agustín como el creador de la doctrina de la “guerra justa”. A decir verdad, él no lo fue. Los filósofos y los gobernantes paganos griegos fueron los primeros en formular una doctrina de la guerra justa. Agustín sólo se adueñó de lo que ellos habían enseñado cientos de años antes.5
Yo he visto varias listas de los criterios presentados por Agustín como necesarios para que una guerra fuera justa y, por tanto, moralmente correcta para los cristianos. Sin embargo, estas listas son un poco engañosas. Agustín nunca escribió un tratado sobre la doctrina de la “guerra justa”. Y él nunca formuló un listado de criterios necesarios para que una guerra fuera justa. En cambio, varios teólogos medievales como Thomas Aquinas formularon listas de criterios, y alegaron que éstas fueron las condiciones establecidas por Agustín.
La verdad del asunto es que Agustín ciertamente justificó la guerra, como hemos visto anteriormente. Y él presentó varias justificaciones para la guerra a través de sus varias obras. Sin embargo, el mismo Agustín nunca dijo que tenían que cumplirse todos estos criterios o aspectos para que una guerra fuera justa. No obstante, basados en los escritos de Agustín, los teólogos medievales sugirieron una lista de condiciones que harían justa a una guerra. Según estos teólogos, sería correcto y justo que un cristiano matara a otro hombre si:
    •  El cristiano ama al hombre que él está matando.
    •  El cristiano mata en una guerra que se ha iniciado como último recurso después de que toda otra solución posible haya fracasado.
    •  El cristiano mata sólo en una guerra que se libra para restablecer los derechos que verdaderamente han sido violados o para defenderse de demandas injustas impuestas por la fuerza.
    •  El cristiano mata solamente en una guerra que se libra bajo la autoridad de un gobernante.
    •  El cristiano mata sólo en una guerra en que su bando tiene una posibilidad razonable de ganar.
    •  El cristiano trata de distinguir entre soldados y civiles, y nunca mata a civiles a propósito.
    •  El cristiano mata solamente en una guerra donde la matanza es “proporcional” al fin que se busca.
    •  El cristiano mata sólo en una guerra en que el bien que se busca por medio de su violencia supera el mal que la violencia produce.
    •  El cristiano mata sólo en una guerra en que el bando vencedor nunca requiere la total humillación del bando perdedor.6
Si usted es cristiano, estas condiciones deben parecerle absurdas. Sin embargo, pueda que no le parezcan así. Eso se debe a que casi todos nosotros hemos sido fuertemente bombardeados por el híbrido constantiniano y también por los argumentos formulados por Agustín en favor del mismo. Por lo tanto, permítame ayudarle a ver en qué consiste lo absurdo.
Bajo el antiguo código de guerra se consideraba perfectamente legítimo y honorable matar a todos los hombres del enemigo y violar sexualmente a todas sus mujeres. Ya hemos visto cómo Agustín racionalizó la matanza de hombres. Ahora, veamos cómo se verían estas mismas condiciones si las aplicamos a la violación de mujeres. Digamos que es correcto y justo que un cristiano viole a una mujer si:
    •  El cristiano ama a la mujer que está violando.
    •  El cristiano viola a las mujeres solamente en una guerra que se ha iniciado como último recurso después de que toda otra solución posible haya fracasado.
    •  El cristiano viola a las mujeres sólo en una guerra que se libra para restablecer los derechos que verdaderamente han sido violados o para defenderse de demandas injustas impuestas por la fuerza.
    •  El cristiano viola a las mujeres sólo en una guerra que se libra bajo la autoridad de un gobernante.
    •  El cristiano viola a las mujeres sólo en una guerra en que su bando tiene una posibilidad razonable de ganar.
    •  El cristiano trata de distinguir entre las esposas de los soldados y las esposas de los civiles, y nunca viola a las esposas de los civiles a propósito.
    •  El cristiano viola a las mujeres solamente en una guerra donde el acoso violento es “proporcional” al fin que se busca.
    •  El cristiano viola a las mujeres sólo en una guerra en que el bien que se busca por medio de este acto violento supera el mal que la violencia produce.
    •  El cristiano viola a las mujeres sólo en una guerra en que el bando vencedor nunca requiere la total humillación del bando perdedor.
Probablemente a usted no le cueste darse cuenta de lo absurdo de estos criterios cuando se aplican a la violación de mujeres. ¿Por qué, pues, resulta tan difícil ver lo absurdo cuando se trata de matar a los hombres en lugar de violar a las mujeres? Esto se debe a que casi todos nosotros hemos sido bombardeados con la mentalidad del híbrido. Hemos crecido en una sociedad que acepta y propaga los valores del híbrido. Recuerda, bajo el híbrido, no se le atribuyó ninguna condena a los pecados de violencia, tales como matar y torturar, mientras estos actos fueran llevados a cabo bajo la autoridad de los gobernantes. Sin embargo, el híbrido casi siempre condenó los pecados sexuales de cualquier tipo.
Los criterios de la “guerra justa” son una clara violación de las enseñanzas de Jesús. Por ejemplo, los criterios de la “guerra justa” plantean que, para que sea justa, una guerra debe librarse para restablecer los derechos que verdaderamente han sido violados o para defenderse de las demandas injustas impuestas por la fuerza. Sin embargo, Jesús ya había abordado ese mismo asunto. Él dijo que no debemos resistir al que es malo. Si alguien quiere quitarle su túnica, permítale que se lleve también su capa. Si alguien le obliga a llevar carga por una milla, vaya con él dos. Los cristianos no libran las guerras para restablecer los derechos; ellos sufren las pérdidas de buena gana. Ellos vuelven la otra mejilla. Ellos no se vengan ni contraatacan. Tampoco creen que estas cosas se puedan hacer en amor.
¿Quién decide si una guerra es justa?
Supongamos por unos momentos que si una guerra reuniera todos los criterios mencionados anteriormente, de verdad sería justa a los ojos de Dios. En ese caso, la siguiente pregunta tendría que ser: “¿Quién decide si una guerra reúne estos criterios?” ¿La Iglesia? ¿El individuo cristiano? ¿El estado? Agustín responde que el estado es quien determina esto. Por tanto, ¿cómo saben los individuos cristianos si la guerra en que están participando es realmente justa o no? La respuesta es, ¡ellos no pueden saberlo!

Agustín reconocía esto: “No hay poder sino de parte de Dios, quien ordena y permite. Por lo tanto, un hombre piadoso puede servir bajo un rey impío. Lo que es más, él puede cumplir con el deber que le corresponde según su posición en el estado al luchar bajo la orden de su soberano. Pues en algunos casos es claramente la voluntad de Dios que él debe pelear. Pero, en otros casos, puede que no sea tan evidente, debido a que puede ser una orden injusta de parte del rey. Sin embargo, el soldado es inocente, porque su posición hace que la obediencia sea un deber”.7
En fin, hasta la doctrina de la “guerra justa” es una farsa. Se espera que el individuo cristiano obedezca incluso las órdenes injustas de su rey, y que sea inocente al hacerlo. Tal como Agustín reconocía, una persona no puede concederle lealtad total a dos reyes, un rey terrenal y un rey celestial. Por tanto, su solución era que mientras estemos aquí en la tierra, el rey terrenal debe recibir nuestra lealtad absoluta. Las únicas excepciones serían si el rey nos ordena adorar falsos dioses o nos ordena creer falsas doctrinas no aprobadas por la Iglesia.
Sin embargo, la solución de Agustín es totalmente inaceptable para Cristo. Él no nos permite que le concedamos una lealtad superior a ninguna otra persona o poder. Si un rey terrenal nos da una orden que viola las enseñanzas de Jesús, es al rey terrenal a quien tenemos que desobedecer, no a nuestro Rey celestial.
El híbrido constantiniano trata de eximir a los cristianos de cualquier responsabilidad individual para con Cristo. El híbrido plantea que la Iglesia decide lo que debemos creer y practicar. Y mientras obedezcamos a la Iglesia estamos libres de cualquier culpa en lo espiritual. Asimismo, el híbrido dice que el gobernante secular decide cuándo es correcto matar, torturar, desterrar o saquear a los demás. Mientras estemos obedeciendo a nuestro gobierno, seremos inocentes delante de Cristo en lo secular. Y desde entonces, cientos de miles de cristianos han matado a su prójimo, y aun a sus hermanos en Cristo, sin sentir ninguna responsabilidad moral por hacerlo. Ellos sólo estaban obedeciendo órdenes.
De hecho, la mayoría de los gobiernos “cristianos” han exigido que sus soldados obedezcan todas las órdenes de los oficiales superiores, sin reparar en ninguna preocupación que se tenga sobre la integridad moral de la orden. Por ejemplo, la Rusia cristiana bajo el zarismo exigía lo siguiente de sus soldados:
Artículo 87. Cumplir de manera exacta una orden recibida de un oficial superior, sin considerar si la misma es buena o no, o si es posible o no cumplirla. El oficial superior es responsable por las consecuencias de la orden que él da.
Artículo 88. El subordinado no debe nunca negarse a cumplir las órdenes de un oficial superior, excepto cuando él vea claramente que al cumplir la orden del oficial superior, él viola… 8
Teniendo en cuenta que estos artículos fueron impuestos por la Rusia cristiana, podríamos esperar que el artículo 88 concluya diciendo: “excepto cuando él vea claramente que al cumplir la orden del oficial superior, él viola los mandamientos de Cristo”. Sin embargo, eso no era lo que decía este artículo. En su lugar, decía: “excepto (…) él viola su juramento de fidelidad y lealtad al Zar”.9
El United States Code of Military Justice (“Código de Justicia Militar de los Estados Unidos”) exige esencialmente la misma obediencia de sus soldados. Éste les exige a los soldados obedecer todas las órdenes de sus oficiales superiores a menos que éstas sean “contrarias a la Constitución, a las leyes de los Estados Unidos, o a las leyes legítimas superiores”.10
Pero, ¿es semejante código de conducta aceptable a Cristo con relación a sus ciudadanos? No, ni en lo más mínimo. Él dejó bien claro que nuestra obediencia absoluta le pertenece a él. Él es nuestro Rey personal. No importa lo que otras autoridades (eclesiásticas, seculares o militares) puedan decir en contra. Lo que ellas digan es irrelevante, en tanto que nuestro Rey ya haya hablado sobre el asunto. Todos compareceremos ante el trono del Juicio individualmente, no de forma colectiva.
La anulación de la responsabilidad personal
Durante la vida de Agustín, un líder cristiano de Gran Bretaña llamado Pelagio viajó a través de todo el mundo romano con su predicación en contra de la falta de disciplina de aquel tiempo. Él, con razón, insistió en nuestra responsabilidad personal ante Cristo. Sin embargo, él o tal vez sus seguidores se fueron un poco al extremo. Aparentemente ellos dijeron que nosotros los humanos podemos andar perfectamente en los mandamientos de Jesús sin necesidad de la gracia.
Tal posición era contraria al cristianismo histórico, el cual enseñaba que sin la gracia de Dios, nadie sería salvo al final. Al mismo tiempo, los cristianos siempre habían enseñado que nosotros, también, jugamos un papel en nuestra salvación. Tenemos que estar dispuestos a renunciar al mundo y crucificar diariamente nuestra propia carne y sus deseos. La salvación es un asunto que implica el trabajo conjunto de Dios y el hombre, porque Dios desea que así sea.
Sin embargo, como era su costumbre, Agustín se fue al extremo opuesto para enfrentar a los partidarios de Pelagio. Agustín aseguró que nosotros los humanos no tenemos poder en absoluto para obedecer a Cristo. Que nosotros ni siquiera tenemos suficiente libre albedrío como para escoger obedecerle. Mejor dicho, en realidad no jugamos ningún papel en nuestra salvación. Agustín afirmó que nuestra condición humana es lo que es porque, antes de que fuera creado el universo, Dios decidió arbitrariamente quiénes serían salvos eternamente y quiénes serían condenados eternamente. No hay nada que podamos hacer para cambiar el destino que él ya decretó para nosotros antes que naciéramos.11
¡Pero eso anula totalmente todo el sentido general del evangelio de Jesús! Si lo que Agustín enseñaba era cierto ¿cuál sería el propósito de Dios al darnos el Sermón del Monte? ¿Cuál sería su propósito al advertirnos que debemos edificar nuestra casa sobre la roca por medio de obedecer sus enseñanzas? Si lo que Agustín decía era cierto, ¡no tendríamos poder en absoluto para obedecer sus enseñanzas! Es decir, no podríamos hacer ninguna de las cosas que él nos pide. ¿Por qué nos exhortaría él a edificar sobre la roca si dicha decisión ya hubiera sido tomada por Dios antes de que naciéramos?
¿Por qué nos habría advertido Jesús que “el que persevere hasta el fin” será salvo, si no hay nada que podamos hacer para perseverar? ¿Cuál fue el propósito de su parábola de separar las ovejas de los machos cabríos si tal separación hubiera sido hecha antes que Jesús viniera a la tierra? ¿Por qué denunció Jesús a los escribas y fariseos si sus actos ya habían sido predestinados por Dios? ¿Sobre qué base eran culpables los fariseos si ellos sencillamente estaban siguiendo el guión que Dios había escrito para ellos? ¿Cuál fue el propósito de todas las otras advertencias a través de todo el Nuevo Testamento? ¿Para qué predicar el evangelio si nuestra predicación no puede cambiar nada con respecto al destino eterno de alguien?
Con su práctica de irse al extremo opuesto para ganar un argumento, Agustín inventó un sistema absurdo que fácilmente debe ser desenmascarado por cualquier estudiante de la Biblia. El evangelio del reino no se establece sobre la base de pasajes de la escritura seleccionados cuidadosamente para apoyar una postura. Tampoco se hace a un lado todo lo demás que enseña el Nuevo Testamento. Pero así fue como Agustín creó su propio sistema especial, seleccionando a su antojo pasajes específicos. En cambio, el evangelio del reino acepta el Nuevo Testamento en su totalidad. En el reino nunca se interpreta una parte de la Biblia de manera que anule las enseñanzas de Jesús.
La verdad del asunto es que el mismo Agustín no creyó su propia doctrina. Si él hubiera creído en ella, no se habría molestado en contestarles a los seguidores de Pelagio. Porque si la doctrina de Agustín era cierta, ¿qué importaba lo que enseñaran los seguidores de Pelagio? Nadie podría resultar dañado por su doctrina. No se vería afectada la relación de nadie con Dios. Por otra parte, ¿por qué sostenía Agustín que los herejes y los cismáticos debían ser perseguidos? Sus errores no podrían dañar a nadie. Nadie perdería la salvación por causa de ellos, ya que la salvación de todas las personas ya había sido determinada antes de la creación del universo.
En resumen, bajo el evangelio del reino, el Nuevo Testamento es un libro abierto que un cristiano inculto puede leer y obedecer de forma muy literal. Sin embargo, bajo Agustín y la teología del híbrido constantiniano, el Nuevo Testamento se convirtió en un libro atestado de minas terrestres, que sólo las mentes entrenadas teológicamente podían identificar y evitar.


Notas finales
  1  Augustine, Reply to Faustus the Manichaean, Libro 22, cap. 74. Philip Schaff y Henry Wace, eds., The Nicene and Post-Nicene Fathers, First Series, Tomo 4 (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1982) 301.
  2  Augustine, cap. 75; Schaff, Fathers, Tomo 4, 301.
  3  Augustine, cap. 79; Schaff, Fathers, Tomo 4, 304.
  4  Augustine, The Correction of the Donatists, cap. 7, párr. 23; Schaff, Fathers, Tomo 4, 642.
  5  Roland H. Bainton, Christian Attitudes Toward War and Peace (Nashville: Abingdon Press, 1960) 33–43.
  6  Bainton, 96–98. Augustine, Faustus, cap. 75; Schaff, Fathers, Tomo 4, 301.
  7  Augustine, Faustus, cap. 75; Schaff, Fathers, Tomo 4, 301.
  8  Leo Tolstoy, The Kingdom of God Is Within You (Lincoln, Nebraska: University of Nebraska Press, 1894) 306.
  9  Tolstoy.
10  Artículo 92(1)(c) Uniform Code of Military Justice.
11  Augustine, On the Predestination of the Saints, caps. 16–19. Schaff, Fathers, Tomo V, 506–508.
Tomado del libro "EL Reino que transtorno este mundo" D. Bercot.

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